El malabarismo no es sólo una cuestión de agilidad y destreza. En una entrevista, Jonathan revela cómo le dio una nueva dimensión a este arte al desarrollar un enfoque educativo basado en el placer, la música, la colaboración y la autonomía. Entre historias de vida, reflexiones sobre la comunidad malabarista y la presentación de un método innovador, este encuentro ofrece una visión única de lo que puede ser el malabarismo hoy en día.
Descubrí el malabarismo en dos etapas.
Por primera vez, ver a una mujer haciendo bolas de fuego en un parque después de regresar de una noche de fiesta. La acompañó un saxofonista. Ambos no tocaron para un público, sino por el placer de practicar su pasión juntos. Los observé durante unos minutos y ella me sugirió que probara algunos movimientos básicos con una bola. ¡Me enganché inmediatamente!
Esa misma tarde cuando llegué a casa intenté hacerme un par de boleadoras para empezar.
Después de eso, busqué toda la información posible sobre poispinning, intenté conocer gente en Internet y en la vida real. Descubrí el BCC (Burn Crew Concept), los spinners parisinos. Ya en aquella época, por supuesto, la cuestión del flow me hablaba mucho, pero sobre todo puse mi energía en analizar y conceptualizar la técnica específica de las bolas. Por aquel entonces había montado un Skyblog que servía de diccionario de trucos para crear en GIF, con explicaciones y consejos (Youtube aún no existía).
Mientras asistía a reuniones de hilanderos, conocí a malabaristas. En aquella época no me atraía en absoluto el malabarismo "tradicional", pero algunos malabaristas me hablaron del intercambio de sitios. Realmente me sorprendió y me cautivó ver a la gente enfrentarse a listas de números como si estuvieran ante pequeños rompecabezas. Así fue como empecé a hacer malabares con pelotas. Entonces comencé a involucrarme en esta nueva comunidad parisina, llena de personas que, siendo ya muy fuertes, eran o iban a convertirse en malabaristas profesionales.
Poco antes de dedicarme por completo al BAM (pelotas, anillos y palos), hice un escenario abierto en la convención Carvin de 2007. Este paso por el escenario frente a apasionados malabaristas no fue en absoluto preparado, mi inscripción al programa se realizó el mismo día. Pasé la tarde buscando algo de música y ropa presentable para usar en el escenario. Al final, y a pesar de esta falta de preparación, este escenario abierto fue un momento muy agradable y el público me recompensó con una ovación de pie. Fue este acontecimiento en particular el que me hizo pensar en convertirme en malabarista profesional. Un año después me uní a la Academia Fratellini para formarme profesionalmente, incorporarme a la Compañía Flying Objects en 2012 y luego crear la empresa L'expédition en 2018.
Una gran diferencia es que cuando hago malabarismos tengo un objetivo claro: divertirme y disfrutar.
Veo muchos practicantes que hacen malabarismos sin saber realmente por qué. A veces por costumbre, otras por pertenencia a un grupo de amigos y otras con la esperanza más o menos consciente de que ser buenos malabaristas les traerá reconocimiento en el futuro. Cuando voy a un festival de malabarismo, veo demasiada gente "trabajando" y no tanta "divirtiéndose".
Me parece que hay un verdadero problema en la comunidad que hace malabarismos en torno a esta cuestión. El aprendizaje de las figuras tradicionales es, para muchos, y sobre todo para los principiantes, algo muy ingrato, desconcertante, aburrido, nos enfrenta demasiado al fracaso y exige demasiada disciplina para un resultado cada vez menos alentador, porque los esfuerzos exigidos son cada vez más cuantiosos y las recompensas cada vez menos regulares a medida que se progresa.
Una buena sesión es aquella de la que salgo renovado, divertido, con una sonrisa, sintiéndome bien en mi cuerpo y en mi cabeza. Para lograr este resultado, dejé de lado los enfoques que habitualmente encontramos entre los malabaristas, y estudié diferentes enfoques pedagógicos de otras disciplinas como la música, para luego adaptarlos al aprendizaje del malabarismo.
Para construir este método, probé sesiones de clase con personas de diferentes niveles, para ver no si habían progresado, sino si se divertían. Fue comparando mis hipótesis con los sentimientos de la gente que construí el método de lanzamiento armónico.
Veo la música como una guía y una compañera.
Una guía, porque si buscamos hacer música desde nuestra práctica, nos sitúa en una escucha, una atención que nos ayuda a permanecer atentos y por tanto a ver más fácilmente los detalles a mejorar, pero sobre todo a sumergirnos plenamente en el momento presente y por tanto en una cierta forma de felicidad.
Un compañero, porque con la música ya no trabajamos solos, sino que escuchamos algo fuera de nosotros mismos. Esto prepara para los encuentros con quienes hacen música, músicos (o personas que practican malabarismo musical). Prepararse para estos encuentros permitirá disfrutar mejor de los momentos de compartir colectivo.
El método se acompaña de un sistema de escritura. Gráficamente y conceptualmente se parece a la teoría musical. El objetivo es escribir lo que te gusta hacer. Y, al igual que en la música, el malabarismo es más fácil de transmitir por escrito que de forma oral.
Al igual que con la música, no es esencial saber leer partituras, pero tiene algunas ventajas importantes.
Como muchas personas, disfruto practicando mi pasión, y obtengo aún más satisfacción cuando practico con otros entusiastas. Esta es en parte la razón por la que estoy desarrollando MLH, principalmente para practicar con otros. :)
La práctica del malabarismo pulsado permite encuentros artísticos y humanos más sencillos y directos.
La creación de este espectáculo fue en sí misma un desafío para probar el método y el sistema de puntuación de lanzamientos armónicos.
Si todos los intérpretes están formados en MLH, entonces podemos trabajar individualmente cada uno en las partes técnicas y sólo tomarnos el tiempo colectivo para explorar nuevas ideas o puestas en escena. Así que pasamos 5 semanas juntos, pero intercaladas con un mes de ensayos individuales cada uno en casa. Así que tuvimos todo el tiempo que necesitábamos para aprender cada una de nuestras partituras a nuestro propio ritmo y a nuestra manera. Esto nos permitió estar mucho más disponibles durante nuestras reuniones, por lo que los momentos colectivos fueron siempre muy agradables y creativos.
Primero que todo, recordemos que tener un estilo propio no es una obligación. Me permito decir esto aquí porque esta idea me parece demasiado frecuente y pone mucha presión en todos, principiantes y malabaristas experimentados por igual.
Al igual que en la música, donde tocar las mismas piezas ya tocadas por muchas personas puede ser una fuente de placer, deberíamos poder disfrutar de los malabares ya existentes sin tener que escribir nuestras propias rutinas o crear nuestras propias figuras para disfrutar del malabarismo.
Ahora que sabemos que defiendo la idea de hacer malabarismos por diversión, y más en grupo, claro que dejarse caer es algo que no quiero sobre el escenario.
Escucho la idea de que el drop puede ser una fuente de improvisación, una oportunidad para ser parte del presente. Pero parece que este discurso, en muchos casos, es una postura adoptada para vivir mejor con la caída percibida como inevitable.
Quiero dejar claro que es posible practicar malabarismo “sin gotas”, y que es una fuente increíble y de fácil acceso de satisfacción personal y colectiva.
La pregunta ahora es: ¿cómo evitar que se te caigan las pelotas? Simplemente eligiendo ejercicios y secuencias fáciles y agradables. Y como en la música, es dedicando todo tu tiempo de práctica a tener éxito que tendrás una buena oportunidad de triunfar en el escenario (y peor aún, es repitiendo los mismos errores que los anclas en ti y que salen en el escenario...). Dicho esto, a pesar de todas las precauciones tomadas, todavía es posible que se produzca una caída en el escenario. Practicar Lanzamientos Armónicos te permite tener un mejor conocimiento de tu puntuación, y por tanto no confundirte, y poder ir recogiéndola sobre la marcha.
Veo una buena evolución a nivel humano. Hay menos competencia y hay más espacio para todos, aunque el viaje aún no haya terminado. Pero además de eso, me parece que pierde en conocimiento, reflexión y conceptualización.
Espero ver a la comunidad de malabaristas no eludir los problemas que enfrenta la sociedad, sin olvidar la investigación técnica y artística que le permitió surgir.
Uno de los momentos más poderosos que he vivido en los últimos años ocurrió en la Convención Glühwein de 2019.
Una noche, Christelle Herscher, como DJ de la noche, nos sirvió la música perfecta para hacer malabarismos. Estaba haciendo una sesión de improvisación con Vincent Manguaud, cuando varios malabaristas se sentaron en círculo a nuestro alrededor, transformando esta sesión de juego íntima en un pequeño espectáculo. Luego otros malabaristas participaron en esta jam, luego otros espectadores, para hacer un centenar de personas después de 2 horas de jam, con la impresión compartida de vivir una comunión pocas veces experimentada entre malabaristas, y un placer inigualable de estar juntos, conectados por la música de uno de los nuestros, alrededor de nuestra pasión.
Todos se sintieron bienvenidos a entrar al círculo, todos apoyaron a quienes propusieron algo. Éramos una masa con ojos y oídos llenos de felicidad.
Este es un recuerdo que me invita periódicamente a compartir mi visión del malabarismo al ritmo de la música.
Que hay que ir despacio y con gusto. Realizar sesiones cortas y regulares, prestando atención a si disfrutas o no haciendo un determinado ejercicio, aumentará tus posibilidades de progresar, pero sobre todo, de pasarlo bien.
La expedición desarrolla 3 ejes principales :
No sé si realmente fui yo quien lo decidió. ¡Lo que me parece importante es subir al escenario !
Hay muchas convenciones que ofrecen escenarios abiertos, ¡están hechas para eso! Propón algo sencillo, sea cual sea tu nivel, a ver si te gusta (porque que te guste hacer malabares no significa necesariamente hacer malabares en el escenario). Como todo, es practicando regularmente algo que nos gusta que progresamos y prosperamos.
¡Gracias por tus palabras Jonathan y por tomarte el tiempo de compartir con nosotros! Esta entrevista es un recordatorio de que el malabarismo es mucho más que una disciplina técnica. A través de las palabras de Jonathan, descubrimos un universo donde la musicalidad, la cooperación y el respeto por el medio ambiente se convierten en pilares. Un enfoque armonioso que nos inspira a enriquecer aún más nuestras prácticas, apoyar los proyectos en los que estamos involucrados y tomar parte en la aventura colectiva del malabarismo del mañana.
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